sábado, 3 de octubre de 2009

CECILIA BARTOLI


Cecilia Bartoli (Roma, 1966) se ha convertido en una estrella planetaria sin dejarse corromper. Quiere decirse que nunca se ha puesto un sombrero mexicano, ni ha cantado con Britney Spears ni ha cedido un milímetro de su intimidad a los 'paparazzi'. Tiene mérito semejante honestidad en tiempos de contaminación, fusión depredadora y de 'cross-over'. Sobre todo considerando que la proyección internacional de la 'mezzo' italiana y el acontecimiento de sus recitales responden a un esquema mercadotécnico que cualquier analista consideraría desesperado, hermético.
A quién podría interesarle, por ejemplo, el repertorio serio de Gluck. Quién se gastaría 24 euros para conocer las arias perdidas de Vivaldi. Cuántos consumidores se comprarían un disco en nombre de la redención de Salieri. Pues bien, Cecilia Bartoli, bailaora de flamenco aficionada, excelsa cocinera e italiana cosmopolita, ha logrado introducir el camello por el orificio de una aguja. Una proeza que proviene de la audacia con que ha interpretado la lógica del mercado: en tiempos de saturación, de uniformidad y globalización cuajan los CD y los cantantes diferentes.

El enfoque, aún válido y constatable, no basta para razonar la pujanza y la resistencia de Bartoli. Está claro que el último disco sobre la figura maldita de María Malibrán tiene un interés musicológico, sociológico y artístico, pero la verdadera razón del 'fenómeno Bartoli' reside en la personalidad creativa de la 'mezzo' romana y en el misterio de su capacidad comunicadora. Hagan la prueba de escucharla en un concierto. Déjense iluminar por la sonrisa de la cantante. Aprecien la complejidad y los matices del timbre. Disfruten de los placeres de la dicción y del 'legato'. Cecilia canta como quien da los buenos días. Conmueve como la más experta de las plañideras. Oficia la música como si fuera una misión.
Porque Bartoli es, fundamentalmente, una excepción. Dentro de la ópera y fuera de la ópera. Hasta el extremo de que ha hecho carrera desde una tesitura —mezzosoprano— y desde un repertorio —barroco, clasicismo, Rossini— escasamente propicios al culto de la melomanía militante y menos aún sensibles a la consideración estética de los grandes públicos. No es una 'prima donna' de caniche y de sobreagudos tintineantes. Tampoco pertenece a la estirpe de las cantantes que poseen las piernas largas y la voz inaudible o vulgar. Cecilia Bartoli, en fin, 'tenía' que haberse convertido en una buena profesional del repertorio marginal, pero anuncia Rolex en las revistas de consumo universal y viaja en un trailer como si fuera el equivalente femenino y moderado de los Rolling Stones.
«Genio, escándalo, muerte». Semejante eslogan sensacionalista destaca con letras amarillas en la portada de su último disco. También llaman la atención la sensualidad mediterránea de su rostro y los quilates de un brazalete que se alojaba como un talismán en el joyero de María Malibrán (1808-1836), diva revolucionaria del ottocento, símbolo romántico en la mesilla devota de George Sand, pionera de la emancipación femenina, heroína de la melomanía, española cosmopolita, antecedente ilustrado de la prensa del corazón. Murió prematuramente, como debe ser, a los 28 años, pero su colega romana ha decidido resucitarla con un disco que sobrepasa los extremos del homenaje oportunista y alcanforado.
Es verdad que van a cumplirse 200 años del nacimiento de Malibrán, pero la fecha es una mera excusa en el trabajo musicológico, documental, vocal y artístico que publica Cecilia Bartoli sin miedo a guiarnos entre las sorpresas del túnel del tiempo. ¿Cómo cantaba María Malibrán la 'Casta diva' de 'Norma' en 1831? Ahora disponemos de una idea bastante aproximada, porque la cantante italiana, cazadora de tesoros, epígono operístico de Indiana Jones, ha buscado las partituras autógrafas y ha reconstruido la sonoridad del bel canto —Bellini, Rossini, Pacini, Halévy— sin incurrir en los riesgos de un trabajo frío, museístico ni académico. 'María' (Decca), el disco en cuestión, redunda en la campaña feminista que Bartoli había iniciado con sus grabaciones de las arias barrocas que las mujeres no podían cantar en el siglo XVIII por razones de censura pontificia. 'Opera Proibita' fue un éxito superventas en las listas internacionales, pero ni los dineros ni los tifosi han conseguido pervertir la naturalidad de la cantante. Se nota en la cordialidad del trato, en la predisposición a la sonrisa, en la curiosidad de unos ojos encendidos, vivos, misteriosos. Igual que los de una bailaora de flamenco y que los de una 'madonna' renacentista.

Información: http://www.elmundo.es/

4 comentarios:

  1. Hola Shanty, vengo a conocer tu nuevo blog sobre música y libros. Seguro que será tan interesante como todos los otros. Me daré un paseo por aqui. Saludos y feliz domingo

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  2. Es muy placentero encontrar expresiones de reconocimiento, tan sinceras y tan merecidas, para exhaltar a una persona tan valiosa como lo es Cecilia Bartoli, hay muchos calificativos para ponderarla y los resumos en uno:Grandiosa.
    Gabriel Carizosa M.

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  3. Trataré de enriquecerme buscando su música, luego le comentaré
    Luceta

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  4. Hola Shanty! veo que estás a full con tus blog, felicitaciones, muy bueno. Besos!

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