sábado, 12 de diciembre de 2009

TRILOGÍA DE ÓPERAS HISTÓRICAS DE DONIZETTI: ROBERTO DEVEREUX, ANNA BOLENA Y MARIA ESTUARDO




“Roberto Devereux” se ubica en el lugar N° 57 de la larga lista de 7 decenas de óperas compuestas por Donizetti.

Poco después del estreno en Venecia de “Pia de Tolomei”, el 18 de febrero de 1837, Gaetano Donizetti regresó a Nápoles, en cuyo Conservatorio impartía clases. En su vuelta al trabajo de composición propiamente tal, el artista se abocó a obras menores, en su mayoría piezas orquestales y corales, solicitadas en conmemoración de muertes y aniversarios de prominentes músicos o destacados personajes.


Los tiempos en torno al estreno de “Pia de Tolomei” fueron los peores que vivió el compositor, pues a la pérdida de sus padres, se sumó la muerte de su esposa Virginia. En un corto período, además, ella había dado a luz a dos niños que fallecieron en el parto. En medio de tanta desgracia, aquejado por una aguda depresión y muy debilitado físicamente, Donizetti retomó muy pronto la composición de óperas a modo de consuelo.

Su próxima comisión fue una ópera para ser representada en el Teatro San Carlos de Nápoles. El tema elegido fue tomado de la historia de Inglaterra, relativo al fin de la relación amorosa entre la Reina Isabel Primera, ya de 65 años, y el Conde de Essex, Roberto Devereux, 30 años menor que ella.

El libreto fue escrito por Salvatore Cammarano, basado en la obra teatral “Isabel de Inglaterra” de François Ancelot, presentada en París en 1834, y en la novela “Historia secreta de los amores de Isabel y el Conde de Essex” de Jacques Lescene des Maisons, de 1787. Cammarano también echó mano al libreto que Felice Romani había redactado para la ópera “El Conde de Essex” de Saverio Mercadanta, estrenada en Milán en 1833, sin ningún éxito.

Es importante considerar que esta nueva ópera -a la cual se le asignó el nombre de “Roberto Devereux”- sería la tercera que Donizetti abordaba sobre un tema de amores e intrigas de la realeza británica de los Tudor, en el siglo 16. Curiosamente, también, estas tres óperas irían avanzando cronológicamente en tiempo y personajes.

Resulta interesante consignar respecto a esta trilogía de óperas “reales”.

La primera de estas óperas fue “Anna Bolena”, estrenada en 1830 y con Anna Bolena y el Rey Enrique Octavo, como sus principales personajes. La historia se refiere aquí al año 1536.

La segunda ópera de Donizetti ligada a la realeza británica del siglo 16 fue “María Stuardo”, estrenada en 1835 y con las reinas Maria Estuardo e Isabel I como personajes centrales. En esta ópera la historia avanza a la Inglaterra de 1587. Debe tenerse en cuenta que Isabel I fue hija de Enrique Octavo y Anna Bolena, su segunda esposa.

La tercera de estas operas “reales” es pues “Roberto Devereux”, estrenada en el Teatro San Carlos de Nápoles en 1837. En ella, no obstante el título alusivo a un rol masculino, el personaje central que domina la acción es la Reina Isabel I. Aquí ya se está en la Inglaterra de 1598, esto es cuando esta soberana tenía ya 65 años y 4 décadas de reinado.

“Roberto Devereux” bien pudo llevar el nombre de “Isabel de Inglaterra”, pero Donizetti no habría optado por él ya que una ópera de Gioacchino Rossini, estrenada en ese mismo teatro de Nápoles 2 décadas antes, llevaba ese título. Tal vez para resaltar la fuerte presencia real en la ópera fue que Donizetti no vaciló en insertar el himno británico en su obertura.

Después de su estreno de 1837, “Roberto Devereux” tuvo presentaciones en muchas ciudades del mundo, incluyendo Santiago de Chile, que la conoció en 1850. De la década de 1880 en adelante, como sucedió con muchas otras óperas del bel canto, la obra entró en una etapa de largo silencio y no subió más a escena hasta 1964, cuando fue repuesta en el mismo teatro napolitano de su premiere, con la soprano Leyla Gencer en el papel de la reina. Un año más tarde, Montserrat Caballé encabezó una nueva producción en el Carnegie Hall de Nueva York, con posteriores remontajes en Barcelona, Venecia, Londres y Hamburgo. En 1970, Beverly Sills sería otra nueva gran intérprete de esta ópera, producida por la New York City Opera. En 1990, Edita Gruberova se sumaría al grupo de grandes sopranos que han revivido esta ópera en tiempos recientes.

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